Más allá de iluminar las noticias
Contra la dictadura de la urgencia: un 'periodismo lento' que trascienda de las breaking news y apueste por la profundidad y el contexto.
La luz parpadeante de Times Square titilaba con noticias de todo el mundo, en una danza de palabras que iluminaban la noche neoyorquina. En el corazón de este espectáculo, entre cables y monitores, un hombre observaba con atención. James J. Torpey, electricista de The New York Times, no miraba la multitud ni los rascacielos: su universo era la máquina que traducía los acontecimientos del día en mensajes luminosos que recorrían la icónica marquesina de la plaza.
Algo similar debió de pasar por la cabeza del periodista estadounidense Gay Talese cuando escribió su primer artículo en el Times a principios de noviembre de 1953, un perfil sobre Torpey, el operario del Motograph News Bulletin. Este sistema de rótulos electrónicos en Times Square estaba dedicado a la difusión de noticias en tiempo real. En agosto de 1945, Torpey “estuvo veintitrés horas y media en su puesto de forma ininterrumpida” -según cuenta Talese- a la espera de recibir luz verde desde el departamento de noticias del NYT para comunicar a la multitud un anuncio oficial: el fin de la Segunda Guerra Mundial. Unos años antes, había vivido otra noticia impactante: el ataque japonés a Pearl Harbor.
El conocido popularmente como ‘zipper’ fue inaugurado el 6 de noviembre de 1928 en el edificio de The New York Times y revolucionó la forma en que la gente recibía información en el espacio público. ¿Por qué esperar a recibir el periódico por la mañana si podías recibir las breaking news de forma casi como las recibimos actualmente? Aquí un recorte de la hemeroteca de la ‘Dama Gris’ que recoge su estreno.

Lo que en su momento fue una revolución sigue marcando el ecosistema mediático actual. Sin embargo, aquella innovación se ha convertido en una trampa: la inmediatez ha desplazado la profundidad y la saturación informativa ha erosionado la credibilidad del periodismo.
Breaking news desde la RDA
En 2008 Bree Nordenson escribía en Columbia Journalism Review sobre la “La batalla del periodismo por la relevancia en una era de demasiada información”. En ‘Overload!’, Nordenson analizaba, a través de un estudio de Associated Press, que “la abundancia de noticias y la ubicuidad de la elección no se traducen necesariamente en un mejor entorno de noticias para los consumidores”.
Esta mañana conoceremos los resultados de las elecciones en Alemania, una noticia que acaparará titulares y análisis inmediatos. Pero, ¿es realmente lo más importante? En un ecosistema mediático dominado por la urgencia, la atención se centrará en los números, en los ganadores y perdedores de la noche, mientras que las cuestiones de fondo —como la persistencia de dos Alemanias tras la caída del Muro de Berlín—, las tendencias a largo plazo y sus implicaciones futuras quedarán en un segundo plano. Este es el gran problema de las breaking news: nos ofrece la inmediatez de los hechos, pero no necesariamente su significado.
El gran problema de las breaking news es que nos ofrece la instantaneidad de los hechos, pero no necesariamente su significado.
Pero no sólo va de noticias. Tras las noticias, los modelos de negocio de los medios. Un claro ejemplo, es la CNN, fueron herederos directos del ‘zipper’ de Times Square. Su ‘ticker’ televisivo fue un elemento fundamental, imitado por la mayoría de medios audiovisuales del mundo.
La CNN fue durante décadas fue sinónimo de cobertura global en tiempo real. Sin embargo, la audiencia ha cambiado y la cadena enfrenta un declive en su modelo de negocio. Su CEO, Mark Thompson, busca nuevas fórmulas para renovar estructuralmente el medio, tal y como explicamos en Periodismo Digital.
El modelo actual, basado en la primicia, ha convertido las noticias en una carrera de velocidad, donde la cantidad se impone sobre la calidad. La competencia por publicar primero lleva a una superficialidad informativa que fragmenta los acontecimientos en una sucesión de titulares sin un marco explicativo sólido. Además, la urgencia con la que se difunden los hechos favorece la desinformación y el error, erosionando la credibilidad de los medios y desconectando a la audiencia. Como resultado, las personas se sienten abrumadas por el flujo incesante de actualizaciones y terminan por perder interés en el contenido noticioso. Gran parte de la desconfianza de los consumidores de medios también vienen por este modelo descontextualizado y fragmentado en las redes sociales.
La alternativa: el periodismo lento
Frente a este panorama, es necesario redefinir la función del periodismo y recuperar su papel como guía para comprender la realidad. La clave no es simplemente informar, sino explicar. El nuevo modelo debe alejarse del frenesí del último minuto y apostar por el contexto, la interpretación y la conexión entre los hechos. Más que una sucesión de noticias inconexas, los medios deben ofrecer relatos estructurados que ayuden a la audiencia a discernir lo importante de lo accesorio.
En 2010 el ‘Slow Media Manifesto’, promovido por los periodistas alemanes Benedikt Köhler, Sabria David y Jörg Blumtritt. El manifiesto instaba a periodistas y lectores a inspirarse en el movimiento ‘Slow Food’, que enfatiza la calidad y la atemporalidad: “Slow Media no se trata de un consumo rápido sino de elegir los ingredientes adecuados”.
El periodismo lento surgió como una respuesta directa a la cultura del clic y la inmediatez. Se trata de un enfoque que prioriza la profundidad, la calidad y la verificación de la información. En lugar de reaccionar compulsivamente ante cada acontecimiento, apuesta por la narración pausada y el análisis detallado. Este modelo busca generar contenido más perdurable, que aporte una comprensión real de los temas y que, en última instancia, refuerce la confianza de la audiencia en los medios.
Más que una sucesión de noticias inconexas, los medios deben ofrecer relatos estructurados que ayuden a la audiencia a discernir lo importante de lo accesorio.
Algunas iniciativas ya han empezado a transitar este camino. Medios internacionales como Tortoise Media, Politico, The Conversation, Radio Ambulante o De Correspondent han adoptado el slow journalism, priorizando la calidad sobre la inmediatez. Otras publicaciones, como Vox con su Explainer journalism, han encontrado un equilibrio entre la actualidad y el análisis, presentando información en formatos accesibles y comprensibles. Los grandes medios también han comenzado a incorporar espacios de lectura pausada y artículos de largo aliento, como The Guardian Long Reads o los reportajes de Le Monde.
En España, han surgido proyectos que también apuestan por esta forma de hacer periodismo. El Orden Mundial (con su pódcast No es el fin del mundo) ofrece análisis en profundidad sobre geopolítica y actualidad internacional, alejándose del enfoque inmediato de la prensa convencional en diferentes formatos, tanto digitales como audiovisuales. La Marea y su sección de reportajes largos buscan aportar contexto y documentación rigurosa a los temas que abordan. CTXT, El Crític, Alternativas Económicas, 5W, Grand Continent, Política&Prosa, Jot Down, El Temps, El Món d’Ahir, La Mira o La Maleta de Portbou apuestan por periodismo de long read, con artículos extensos y analíticos. Y muchos de ellos, con un desarrollo transmedia y multiplataforma.
Adaptación de los medios
Para que el modelo del periodismo lento se consolide en los medios de comunicación, es necesario un cambio estructural y cultural que abarque diferentes aspectos de la producción y consumo de noticias. No basta con reducir la velocidad; se requiere una transformación en la manera en que se conciben, financian y distribuyen los contenidos periodísticos, así como una relación diferente con las comunidades de interés, para romper algoritmos y potenciar una experiencia menos mediatizada:
Un cambio en la mentalidad editorial. Los medios deben dejar de ver la rapidez como sinónimo de relevancia y apostar por un periodismo más analítico y reflexivo. La instantaneidad no garantiza calidad ni profundidad; en cambio, ofrecer información bien contextualizada y explicada puede generar mayor confianza y fidelidad en la audiencia.
Reformulación de los modelos de negocio. Los medios deben apostar por modelos sostenibles que incentiven la calidad en lugar de la cantidad.
Impulsar suscripciones y membresías que recompensen el periodismo pausado y profundo.
Buscar financiación a través de fundaciones o apoyo institucional para proyectos de investigación periodística.
Ofrecer contenido exclusivo o premium a lectores que valoren el análisis en profundidad.
Diversificación de formatos y narrativas. El slow journalism no significa solo textos largos. Se puede aplicar a múltiples formatos que permitan una mejor comprensión de la información sin caer en la sobrecarga mediática.
Pódcast y documentales: contenidos bien producidos que ofrecen análisis y contexto de manera accesible.
Boletines especializados: curaduría de información para que el lector reciba lo más relevante sin saturarse.
Visualización de datos y narrativas interactivas: el periodismo de datos bien trabajado permite explicar fenómenos complejos de manera clara y visualmente atractiva.
De la audiencia a la comunidad. El éxito del periodismo a fuego lento no solo depende de cómo los medios producen contenido, sino también de cómo la audiencia lo consume y lo valora. En un ecosistema saturado de información rápida y efímera, los lectores deben evolucionar de simples consumidores pasivos a comunidades activas que valoran y apoyan el periodismo de calidad.
Más allá de las métricas: en lugar de depender de métricas tradicionales como clics o visualizaciones, los medios que apuestan por el slow journalism buscan construir relaciones más cercanas y significativas con sus lectores. Este modelo promueve la participación, el compromiso y la confianza en el contenido, alejándose del consumo impulsivo e inmediato.
Fomentar la alfabetización mediática para que las personas sepan diferenciar entre información superficial y análisis bien construido.
Reforzar la confianza en los medios explicando mejor los procesos de verificación y producción de contenido.
Crear espacios de interacción con la audiencia donde puedan plantear preguntas y sugerencias sobre los temas que consideran importantes.
El periodismo no puede limitarse a ser un reflejo fugaz de la actualidad. Más que iluminar los hechos por un instante, debe ofrecer claves para comprenderlos. En un mundo saturado de información, la audiencia necesita menos ruido y más significado. Recuperar el análisis y el contexto es un compromiso con la verdad y la sostenibilidad del oficio.
Para que el periodismo lento se consolide, es fundamental transformar la forma en que se producen y consumen las noticias.
Para que el slow journalism o periodismo lento se consolide, es imprescindible transformar la manera en que se producen y consumen las noticias. No se trata solo de reducir la velocidad de publicación, sino de fomentar una relación más profunda con la audiencia, basada en la confianza y la reflexión.
En este sentido, apostar por el contexto y la profundidad no solo es un camino hacia la sostenibilidad del periodismo, sino también una responsabilidad con la sociedad, tal como expuse hace unas semanas en ‘El periodismo no es esencial para la democracia’. La inmediatez sin marco explicativo solo contribuye a la desorientación, mientras que el análisis permite comprender mejor la realidad.
Por ello, la verificación, el análisis y la diversidad de formatos deben convertirse en pilares fundamentales. Solo así será posible construir un periodismo que no solo informe, sino que también ayude a interpretar y conectar los hechos de manera más significativa.
En 1953, Gay Talese entendió este principio cuando escribió su primer artículo en The New York Times, un perfil sobre James Torpey, el operario del Motograph News Bulletin. Su historia no era solo la de un hombre que iluminaba noticias con luces, sino la de alguien que comprendía el peso de cada mensaje. Hoy, más que nunca, el periodismo necesita recuperar esa misma conciencia: no basta con proyectar titulares brillantes, hay que dotarlos de significado.
En 2019 escribí sobre los retos del periodismo lento y recupero con vigencia gran parte de los argumentos en los que me basaba para actualizarlos en este artículo escrito seis años después.
Me ha gustado mucho el artículo.
El periodismo en mi opinión, no solo no ha muerto, sino que es más necesario que nunca, pero el periodismo de verdad, el que contrasta, el que da información de calidad con el propósito de servir a la sociedad.
Creo que es muy importante cuando mencionas lo necesario de contribuir a una población alfabetizada en cuanto a su dieta informativa se refiere, y eso se consigue con buen periodismo y comunidades comprometidas.
Muy interesante artículo. Creo que parte del problema es confundir datos con información. El dato es la unidad mínima de la información, pero no es información.
Vivimos bajo una lluvia de datos, que como bien plateas, suelen no estar estructurados ni acompañados de análisis. A veces eso es fruto una estrategia pensada en nombre de la objetividad y el respeto a los datos duros que supuestamente "hablan por si mismos"; pero en otras parece una operatoria para ahogar lo importante en un mar de trivialidades descontextualizadas.
También es cierto que esta es una forma económica y poco comprometida de comunicar, en especial en medios con enormes problemas de financiamiento, lo que los hace dependientes de pautas comerciales u oficiales condicionantes.
Por otro lado creo que hay que ser concientes que no todo es culpa de los medios, sino que existe un público cada vez más segmentado y que no tiene interés en profundizar temas.