Verdad y autoritarismos según Patricia Evangelista y Carolin Emcke
Periodismo en estado puro. Una conversación sobre el poder de narrar en contextos de violencia, mentiras y polarización.
“Cuando un gobierno dice que los muertos no son humanos, lo que debes hacer es seguir haciendo periodismo e investigar para dar voz a la verdad y a quienes rodean esos asesinatos”. La frase de Patricia Evangelista resonó con fuerza en la sala del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), donde mantuvo a finales de mayo un diálogo profundo y valiente con la filósofa y periodista Carolin Emcke. Una conversación moderada por Carme Colomina (CIDOB) que puso sobre la mesa lo que implica hacer periodismo en contextos autoritarios, violentos o polarizados.
El acto forma parte del programa de residencias del CCCB en colaboración con la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que busca fomentar el pensamiento crítico y la creación desde una mirada internacional, comprometida y libre.
Periodismo en tiempos de guerra. Colomina describió a Evangelista como “corresponsal de guerra en su propio país”. Durante siete años fue reportera de Rappler, agencia de noticias independiente filipina fundada por Maria Ressa, para la cual llevó a cabo y produjo una serie de reportajes multimedia y la serie “Impunidad”, sobre la guerra y los asesinatos extrajudiciales contra las drogas que impulsó el presidente Rodrigo Duterte. Crímenes cometidos en nombre de la lucha contra el narcotráfico y legitimados por una retórica brutal. “Siempre me hacía las mismas preguntas: ¿quién mató a este hombre?, ¿quién es el verdugo?”, explicó Evangelista. Su trabajo consistía en identificar no solo a los responsables, sino también en devolver humanidad a las víctimas.
‘Que alguien los mate. Crónica de la violencia en mi país’ (Reservoir Books/Comanegra, 2025) relata con detalle su investigación sobre los asesinatos extrajudiciales que se llevaron a cabo entre 2016 y 2022 bajo el mandato de Duterte
“No soy objetiva ni pretendo serlo”, dijo sin ambages. “Mis sesgos existen, y los lectores tienen derecho a conocerlos. Mi punto de vista no será el mismo que el de un periodista occidental”. En su caso, lo personal y lo profesional son inseparables: hacer periodismo no es buscar una verdad aséptica, sino narrar desde una implicación ética.
Traducción de silencios. Carolin Emcke aportó una perspectiva complementaria, sin perder el pulso político. Citando a Walter Benjamin, defendió que el contexto es un proceso interminable de traducción. “Cuando entrevistas a personas que han sobrevivido a la violencia extrema, debes aprender a leer también lo que no se dice. Traducir los silencios”, afirmó. Porque, en muchas ocasiones, la verdad no está en los hechos sino en el trauma que los envuelve.
Sus relatos dejan claro que la verdad no es un acto neutro, sino una posición. Una que incomoda, que expone, que interpela.
Emcke subrayó la importancia de combatir la disonancia cognitiva que impide entender cómo ocurren los crímenes. “No basta con observar. Hay que superar nuestras expectativas y prejuicios para captar lo que realmente está pasando”.
La verdad como desafío al poder. Ambas coincidieron en que decir la verdad hoy es una forma de confrontar al poder. Y esa confrontación tiene consecuencias. Evangelista habló de cómo su mera presencia como periodista podía poner en riesgo a los testigos. Emcke, por su parte, explicó que frecuentemente aparece en listas públicas de personas "a eliminar" en caso de que la extrema derecha acceda al poder en Alemania. “Esto condiciona nuestras vidas, nuestras decisiones y la forma en que trabajamos”.
Populismo, redes y espectáculos de violencia. Sobre el papel de las redes sociales, Emcke fue rotunda: “Deberíamos prohibir TikTok”. Para ella, plataformas como TikTok o Instagram favorecen una comunicación superficial, acelerada y emocionalmente manipuladora. Evangelista replicó con matices: “Duterte habría ganado con o sin redes, pero lo que ocurrió es que sus seguidores adoptaron su forma de hablar y actuar. Se convirtió en un comportamiento viral”.
Trump y la lucha libre. Emcke estableció un paralelismo con Donald Trump y la lucha libre estadounidense: “Los votantes saben que Trump miente, pero participan de su teatralización de la violencia. Como en el wrestling, importa menos la verdad que el espectáculo. Y muchos se sienten representados por esa narrativa”.
Periodismo que resiste. “Si esperáramos que los artículos que escribimos cambiaran el mundo, hace tiempo que habría dejado el periodismo”, dijo Evangelista. Sin embargo, sigue escribiendo. Porque, como recordó Emcke, a pesar del escepticismo y la fatiga, el periodismo aún puede generar impacto. “Las burbujas no son tan impermeables como pensamos. Incluso en nuestros círculos cercanos hay espacio para el disenso, el debate, el cuestionamiento. Y ahí es donde podemos incidir”.
“Si esperáramos que los artículos que escribimos cambiaran el mundo, hace tiempo que habría dejado el periodismo”
El encuentro entre ambas fue una defensa serena pero firme de un periodismo que no busca likes ni clics, sino hacer memoria, resistir el olvido y contar lo que incomoda. Cuando todo empuja al silencio, narrar sigue siendo una forma de resistencia.
🔎 El programa de residencias internacionales del CCCB, en colaboración con la UOC, en el que se enmarca su estancia en la ciudad, acoge entre 2024 y 2027 a nueve figuras de los ámbitos del pensamiento, el periodismo y la creación de todo el mundo con el objetivo de generar proyectos conjuntos y de posibilitar los vínculos con pensadores e instituciones locales.
Me gustó la postura práctica ante el ejercicio del periodismo, no busca cambiar el mundo, no sigue esa utopía que sabemos que es falsa.
Un periodismo así sobrevive, no importa el tamaño de la crisis.
Gracias por compartir.
Me quedo con esa idea de "devolver humanidad a las víctimas", porque muchas veces los números, las noticias rápidas o los discursos del poder borran por completo quiénes fueron esas personas y, de alguna manera, eso termina despojándolas de su identidad. Como parte de un país en el que el silencio muchas veces es el precio que pagamos por la paz personal, puedo asegurar que es muy duro... pero también tan poderoso no callar.